Los Shemsu Hor. Dioses Extraterrestres en la tierra.
Los brillantes o los resplandecientes

Los Shemsu Hor pudieron ser, según escribió en 1894 el célebre egiptólogo francés Gastón Maspero, quienes edificaron realmente la Esfinge, empleando en ello todo su conocimiento y sabiduría. Y no en vano. De los Shemsu Hor ya hablan los textos geroglíficos más antiguos de los que se dispone. Inscripciones en pirámides
de la V dinastía en Sakkara se refieren a ellos, indistintamente como “los brillantes” o “los
resplandecientes”.
Curiosamente se trata del mismo apelativo que recibieron los Elohim bíblicos -Yahvé era, según algunas modernas traducciones de la Biblia, sólo uno de estos seres, el líder-, ya que la partícula “el” puede traducir
ese vocablo hebreo, precisamente como “los resplandecientes”. Tanto si se trata o no de los mismos seres, de los Shemsu Hor, los egipcios decían que conocían el hierro (un metal divinizado en la época).

Luces sobre los cielos de Amón. Es frecuente que a la hora de traducir un texto jeroglífico en donde

Luces sobre los cielos de Amón. Es frecuente que a la hora de traducir un texto jeroglífico en donde
se alude a una circunstancia totalmente extraña a la naturaleza egipcia, nos encontremos con que
el escriba no ha sabido cómo describir un objeto o situación, y haya acabado optando por utilizar
los sinónimos que a él le parecieron más oportunos. Lo limitados que pueden resultar los campos
semánticos en una lengua antigua a la hora de escribir sobre aviación, mecánica, navegación,
a fin de cuentas, cualquier clase de tecnología, obligó a los escribas egipcios a utilizar términos
ambiguos como "estrella", "sol", "refulgente", etcétera, que, fuera de su contexto natural,
no hacen otra cosa que despistar al investigador moderno. Únicamente buceando en la posible
interpretación de algunas fuentes originales, y con traducciones de primera mano podemos
vislumbrar varias hipótesis interesantes que describen la presencia de objetos extraños en los
cielos faraónicos. Si OVNI significa objeto volador no identificado, los cielos del antiguo Egipto
fueron surcados por multitud de estos objetos, tal y como nos lo demuestran los propios textos.

La única copia conservada del famoso cuento del Náufrago fue descubierta por un egiptólogo ruso
en el Museo Imperial de San Petesburgo. Al igual que sucede con infinidad de documentos y piezas
de este museo, nada se sabe de cómo pudo haber llegado hasta allí. Expuesto actualmente en el
Museo de Moscú, El cuento del náufrago (Papiro Leningrado 1115) fechado hacia el 2000 a. C.,
es quizá la obra más emblemática de toda la literatura en egipcio medio.
En apenas ciento noventa líneas, el escriba relata de una manera fresca y amena las aventuras de un hombre que tras ser el único superviviente de un naufragio producido por una gran tormenta, es llevado por las
olas a una misteriosa isla repleta de todo tipo de riquezas. En ella reinaba una serpiente de
dimensiones descomunales —más de 15 metros, según cuenta el propio náufrago—.
La descripción de este gigantesco reptil ya es sintomática para el problema que nos atañe: toda ella
refulgía como el mismo oro y sus cejas eran de auténtico lapislázuli.
Con todo, la parte que nos interesa es aquella en la que la serpiente cuenta al náufrago la trágica
historia de cómo todos los miembros de su familia perecieron tras una fatídica catástrofe.
Según la serpiente, el luctuoso suceso se produjo a causa de un incendio provocado por la colisión
de "una estrella" que vino desde el cielo. Literalmente las líneas 129-130 de la copia del cuento del
náufrago de Moscú dicen: "aja seba jau", "entonces, una estrella cayó"...
La gran mayoría de los egiptólogos que han trabajado este documento, señalan que la estrella mencionada en el cuento es un meteorito.



Su aspecto dorado, el hecho de que en su familia fueran setenta y cinco miembros, coincidiendo con


Su aspecto dorado, el hecho de que en su familia fueran setenta y cinco miembros, coincidiendo con
los setenta y cinco nombres que tenía este dios y otros supuestos paralelismos, parecen relacionar la
presencia del náufrago en la isla con una representación figurada del paso del hombre al Más Allá.
No obstante, parece un poco incoherente para la mentalidad egipcia que un objeto extraño a la tierra
venido de fuera ¿un meteorito? tenga éxito en un hipotético intento de hacer daño al todopoderoso
dios solar Ra.Si leemos la leyenda mitológica que describe la vida de Ra, nos daremos cuenta de que
no se hace otra cosa que cantar las victorias de este dios sobre sus enemigos en las tinieblas,
especialmente la serpiente Apofis. ¿Qué clase de cuerpo celeste era aquel que derrotó al mismísimo
y todopoderoso dios Ra?. También, la propia presentación de la serpiente ante el náufrago,
haciendo el mismo estruendo que una tormenta, se aleja de la mentalidad religiosa egipcia: los
dioses no se aparecían a los humanos, para contactar con ellos usaban a los sacerdotes como
medio de comunicación. Curiosamente, este mismo matiz es también apreciado en otros documentos
que reflejan la hipotética aparición de un objeto volador desconocido.
Otros investigadores han visto en El cuento del náufrago un relato velado de la colisión de una nave
espacial en tierra.

En este sentido, y siempre desde la óptica de esos autores, la figura de la serpiente representaría al

En este sentido, y siempre desde la óptica de esos autores, la figura de la serpiente representaría al
único superviviente de los pasajeros que tripulaban dicha nave.
Su aspecto dorado sería la descripción primitiva de una extraña clase de traje espacial que cubriría
Su aspecto dorado sería la descripción primitiva de una extraña clase de traje espacial que cubriría
al insólito reptil.Si bien no tenemos constancia alguna de la caída de meteoritos en el antiguo Egipto
por el hallazgo de cráteres o algo similar, sí podemos presentar algunas pruebas que puedan
indicarnos la dirección del trabajo en nuestra investigación.Contamos con varios descubrimientos
arqueológicos de lingotes de hierro meteorítico, hallados en diferentes tumbas en época tan arcaica
como el Imperio Antiguo, mil años antes de que el mineral de hierro apareciera en Egipto de manos
de los hititas, con uno de los cuchillos descubiertos en la tumba de Tutankhamón.
Muy probablemente, los sacerdotes egipcios, viendo la procedencia estelar de estos meteoritos,
pudieron llegar a pensar que se trataba de algún tipo de mensaje de los dioses o algo parecido,
de suerte que guardaron los restos de la piedra, restringiendo su conocimiento y uso a los iniciados
más avezados de los templos.¿Utilizaron los antiguos egipcios el hierro meteorítico en vez del
cobre como se ha venido diciendo hasta ahora, para labrar las piedras de una dureza extrema
como la diorita o el granito?La presencia de meteoritos en los textos egipcios podría ser una
prueba a su favor para encontrar, por fin, una solución lógica a tan esquivo problema.
http://www.portalnet.cl/comunidad/showthread.php?t=595862
Hay muchos indicios que nos hacen sospechar: Egipto es más antiguo de lo que pretende la arqueología ortodoxa. Veamos algunas de esas desconcertantes pistas:
El llamado Canon de Turín se encuentra a más de 3.000 Kilómetros del Nilo, en la referida ciudad italiana. Se trata de un papiro depositado en el museo egipcio de Turín, descubierto en 1822 por el viajero italiano Bernardino Drovetti en la antigua capital egipcia de Tebas. El propio Champollion, descubridor de la piedra Rosetta, lo tradujo, concediéndole una singular importancia. Pero la arqueología ha preferido ignorarlo. El Canon de Turín, en escritura hierática procede de la época de Ramsés II, entre los años 1290 Y 1224 antes de Cristo. En total, 160 fragmentos de papiro correspondientes a once hojas, escritas hace 3.200 años, y en las que se lee una lista de reyes. Una lista de reyes egipcios, imposible para la ciencia.
Los "Shemsu Hor", mitad hombres, mitad dioses.
Los Shemsu Hor. Imposible porque, de aceptar lo manifestado en este documento, la cronología faraónica se vendría abajo, tal y como figura en la actualidad. Y qué dice este papiro de 1,70 metros de longitud? Sencillamente, que en un lejano pasado, Egipto fue gobernado por unos seres -mitad hombres, mitad dioses- que recibían el nombre o título de Shemsu Hor (los "compañeros de Horus"). La lista de esos misteriosos reyes sitúa el primer Gobierno en el valle del Nilo, no durante el faraón Menes, hace 5.000 años, como asegura la arqueología, sino mucho más atrás en el tiempo. Concretamente, hace 11.000 años. Esta revolucionaria lista de reyes aparece ratificada, en buena medida, por otra historia igualmente despreciada por los arqueólogos. Me refiero a lo escrito por Manetón en el años 240 a. de C. Este sumo sacerdote recibió el encargo del faraón Ptolomeo II Filadelfo de escribir la historia de Egipto desde sus comienzos. Manetón tuvo acceso a la documentación depositada en el templo de On, en Heliópolis, y cumplió el trabajo. En los escaso fragmentos que se conservan de su obra, en especial en los recopilados por Eusebio, puede leerse algo insólito que coincide en lo básico con lo relatado en el Canon de Turín. Según Manetón, antes de Menes, el primer faraón de la I Dinastía, Egipto fue gobernado por unos semidioses y también durante miles de años. El sumo sacerdote greco-egipcio no habla de los Shemsu Hor, pero la coincidencia es más que sospechosa...
La segunda pista me dejó igualmente perplejo. Se trata de un huevo de avestruz, actualmente depositado en el museo de Nubia, al sur de Egipto. El huevo en cuestión fue hallado en la tumba 96 del cementerio 102, en Nubia, por el arqueólogo inglés Cecil Mallaby Firth. Fecha del descubrimiento: 1907. La historia parece simple; el huevo fue pintado y, finalmente, depositado junto al cadáver. Evidentemente se trataba de un objeto muy querido por el difunto. En una de las superficies se aprecian los dibujos de una avestruz y algunas plantas. En la cara opuesta, otra escena oficialmente imposible: lo que parece el curso del río Nilo y las siluetas de unas construcciones muy familiares... ¡las tres pirámides de la meseta de Gizeh!
El hallazgo no tendría mayor importancia, de no ser por un pequeño-gran detalle. Según los investigadores, los restos humanos de la citada tumba 96 se remontan a la llamada cultura Nagada I. Es decir, alrededor del año 7000 antes del presente. ¿Siete mil años? Si la arqueología afirma que las pirámides fueron construidas hace 4.600 años, ¿cómo es que aparecen dibujadas en una sepultura de hace 7.000? Algo, efectivamente, no cuadra. Lo dicho: no se fíe...
http://www.portalnet.cl/comunidad/showthread.php?t=595862
Hay muchos indicios que nos hacen sospechar: Egipto es más antiguo de lo que pretende la arqueología ortodoxa. Veamos algunas de esas desconcertantes pistas:
El llamado Canon de Turín se encuentra a más de 3.000 Kilómetros del Nilo, en la referida ciudad italiana. Se trata de un papiro depositado en el museo egipcio de Turín, descubierto en 1822 por el viajero italiano Bernardino Drovetti en la antigua capital egipcia de Tebas. El propio Champollion, descubridor de la piedra Rosetta, lo tradujo, concediéndole una singular importancia. Pero la arqueología ha preferido ignorarlo. El Canon de Turín, en escritura hierática procede de la época de Ramsés II, entre los años 1290 Y 1224 antes de Cristo. En total, 160 fragmentos de papiro correspondientes a once hojas, escritas hace 3.200 años, y en las que se lee una lista de reyes. Una lista de reyes egipcios, imposible para la ciencia.
Los "Shemsu Hor", mitad hombres, mitad dioses.
Los Shemsu Hor. Imposible porque, de aceptar lo manifestado en este documento, la cronología faraónica se vendría abajo, tal y como figura en la actualidad. Y qué dice este papiro de 1,70 metros de longitud? Sencillamente, que en un lejano pasado, Egipto fue gobernado por unos seres -mitad hombres, mitad dioses- que recibían el nombre o título de Shemsu Hor (los "compañeros de Horus"). La lista de esos misteriosos reyes sitúa el primer Gobierno en el valle del Nilo, no durante el faraón Menes, hace 5.000 años, como asegura la arqueología, sino mucho más atrás en el tiempo. Concretamente, hace 11.000 años. Esta revolucionaria lista de reyes aparece ratificada, en buena medida, por otra historia igualmente despreciada por los arqueólogos. Me refiero a lo escrito por Manetón en el años 240 a. de C. Este sumo sacerdote recibió el encargo del faraón Ptolomeo II Filadelfo de escribir la historia de Egipto desde sus comienzos. Manetón tuvo acceso a la documentación depositada en el templo de On, en Heliópolis, y cumplió el trabajo. En los escaso fragmentos que se conservan de su obra, en especial en los recopilados por Eusebio, puede leerse algo insólito que coincide en lo básico con lo relatado en el Canon de Turín. Según Manetón, antes de Menes, el primer faraón de la I Dinastía, Egipto fue gobernado por unos semidioses y también durante miles de años. El sumo sacerdote greco-egipcio no habla de los Shemsu Hor, pero la coincidencia es más que sospechosa...
La segunda pista me dejó igualmente perplejo. Se trata de un huevo de avestruz, actualmente depositado en el museo de Nubia, al sur de Egipto. El huevo en cuestión fue hallado en la tumba 96 del cementerio 102, en Nubia, por el arqueólogo inglés Cecil Mallaby Firth. Fecha del descubrimiento: 1907. La historia parece simple; el huevo fue pintado y, finalmente, depositado junto al cadáver. Evidentemente se trataba de un objeto muy querido por el difunto. En una de las superficies se aprecian los dibujos de una avestruz y algunas plantas. En la cara opuesta, otra escena oficialmente imposible: lo que parece el curso del río Nilo y las siluetas de unas construcciones muy familiares... ¡las tres pirámides de la meseta de Gizeh!
El hallazgo no tendría mayor importancia, de no ser por un pequeño-gran detalle. Según los investigadores, los restos humanos de la citada tumba 96 se remontan a la llamada cultura Nagada I. Es decir, alrededor del año 7000 antes del presente. ¿Siete mil años? Si la arqueología afirma que las pirámides fueron construidas hace 4.600 años, ¿cómo es que aparecen dibujadas en una sepultura de hace 7.000? Algo, efectivamente, no cuadra. Lo dicho: no se fíe...
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